lunes, 30 de julio de 2007

The Book of Urizen: The Web of Religion


William Blake, 1794

El libro de Urizen, Capítulo V

1. Aterrado, Los retrocedió ante su tarea:
su gran martillo cayó de su mano:
sus llamas le vieron, y, desfalleciendo,
escondieron en la humareda
sus miembros poderosos.
Pues, con un estrépito de ruinas, ensordecedor,
con choques, golpes, gemidos,
el Inmortal soportaba sus cadenas,
a pesar de estar ligado por un profundo sueño.

2. Todas las miríadas de la Eternidad,
toda la sabiduría y toda la alegría de la vida
rodaban como un Océano alrededor de él,
excepto aquello que los pequeños orbes
de su vista le desvelaban gradualmente.

3. Y ahora, su Vida eterna
se borró como un sueño.

4. Estremeciéndose, el Profeta eterno asestó
el golpe desde su región del norte a la del sur.
El fuelle y el martillo permanecían ahora callados.
Un silencio sin vigor embargaba su voz pofética;
en una fría soledad, en un vacío oscuro,
el Profeta eterno y Urizen se encontraron encerrados.

5. Edades y más edades rodaron sobre ellos,
separados de la vida y de la luz, helados
en formas horribles y monstruosas.
Los dejó que sus llamas se consumieran;
después, miró hacia atrás con un ansioso deseo,
pero el Espacio, que la existencia no dividía,
llenó su alma de horror.

6. Los lloró oscurecido por su pesadumbre;
su pecho fué presa de cataclismos de suspiros.
Vió a Urizen cadavérico, negro,
sujeto por cadenas, y la Piedad nació.

7. Dividiéndolo, dividiéndolo entre sus angustias
(pues la Piedad divide el alma),
en medio de torturas, eternidad sobre eternidad,
la vida chorreó en cataratas de arriba a abajo de sus escarpados.
El Vacío hizo contraerse la linfa en nervios
que erraron a lo largo, sobre el seno de noche,
y que dejaron un globo redondo de sangre
temblando sobre el vacío.
Así el Profeta eterno quedó escindido
ante la imagen cadavérica de Urizen.
Pues, entre tinieblas y nubes cambiantes,
por debajo, en una noche invernal,
el abismo de Los se extendía, inmenso;
y, tan pronto visibles, como tan pronto escondidas a los ojos
de los Eternos, las visiones lejanas
de la sombría separación aparecían.
Lo mismo que unas lentes descubren mundos
en el abismo sin fin del espacio,
lo mismo los ojos expansionadores de los Inmortales
veían las visiones sombrías de Los
y el globo de sangre vital que temblaba.

8. El globo de sangre vital temblaba,
ramificándose en raíces
fibrosas retorcidas sobre los vientos,
fibras de sangre, de leche y de lágrimas,
en medio de torturas, eternidad sobre eternidad.
Al fin, tomando cuerpo en las lágrimas y los gritos,
una forma de mujer, temblorosa y pálida,
vaciló ante su rostro de muerte.

9. Toda la Eternidad se estremeció al ver
la primera Mujer, ahora separada,
pálida como una nube de nieve,
vacilante ante el rostro de Los.

10. La maravilla, el terror, el miedo, el asombre
petrificaron a las miríadas de los Eternos,
al ver la primera forma femenina, ahora separada.
La llamaron Piedad y huyeron.

11. «¡Desplegad una tienda y cortinas espesas en torno a ellos!
Que cuerdas y picas encierren el Vacío
a fin de que los Eternos no puedan volverlo a ver.»

12 Comenzaron a tejer cortinas de oscuridad,
elevaron grandes pilares en tomo al vacío;
las sujetaron con garfios de oro.
Con infinito trabajo, los Eternos
tejieron una tela y la llamaron la Ciencia.

Versión de Gabriel Celaya

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